Si hay una singularidad especial en l’Empordà, son sus caminos de ronda. Se trata de caminos que bordean la costa y que han tenido diferentes usos a lo largo de la história; acceder a las calas en caso de naufragio, vigilar el horizonte para evitar ataques piratas e, incluso, para el contrabando en tiempos de la postguerra. Actualmente se puede pasear y disfrutar, con tranquilidad, del paisaje costero, y acceder a las calas ocultas donde antiguamente se producían otros hechos cotidianos.